Marlén Curiel-Ferman

Mitos

Que la bolsa de piedras te inundaba el espacio vital
yo creía que estaba en otra Ítaca tu casa,
que el alimento de los dioses era pan blando con azúcar
y tú lo robabas para alimentar el sueño de la absolución.

 

Extrañamiento para Nicolai Gogol

La entrada sin fin a la boca del tuerto,
mira cómo crecen las flores
en el paraíso con olor a camposanto.

Ellos juegan a creerlo todo,
incluso la reinvención de aquello que no les consta
pues no son dioses
ni se peinan con limón el desengaño;
ni tampoco les importa
porque están en la boca del dragón
y se reconstruyen a partir del tatemado fuego.

Solían mirarme como un vidrio que a la luz
regalaba puros tonos rosas.
Suelen mirarme como un fragmento no perecedero
de la voz que les dice que todo está mal
incluso el hacerse tontos con vodka.

 

ἀναγνώρισις

La impronta de tu pie sobre la carne del mundo,
o dame algo que no te asuste,
blanca, espuma afuera de tu labio eterno, supernova naciente.
Algo para cambiar otra vez mi nombre,
creyendo firmemente en el valor
de la poesía danzante
-o yo lanzo la primera de mis veinte manos
a favor de un núcleo de saliva nuevo-.

 

Muslos

Abriré los muslos a la noche
le sacaré brillo al engrane que le da cuerda
al corazón del desierto.
Y será sólo mío,
y lo gancharé de sus puntas hasta cambiarle el carmín
por otro nuevo.
Abriré los muslos
[como fauces a la espera
de un cuarto color en los semáforos]
a la noche.
Nadie me responderá
ni me verá caer al tratar de perseguir
eso llamado infamia, infancia, luz solar en pedacitos,
llamada que no suena y qué importa
porque la voz está en otro adentro.
Abriré los muslos a la noche
para ver si las epístolas griegas me absuelven
de creerme ciudad
a pesar de los huecos tuertos de la madrugada.

 

Buenos días

Buenos días las intolerantes campanas,
el canto ciego del pájaro embrutecido por la guerra.
Buenos días el viento colectivo,
la voz de la masa muda que siembra flores en el jardín de la espera.
Buenos días la esquirla enterrada
en la tarjeta del alimento inagotable, sujeto a restricción.
Buenos días la plaza que no te ama,
buenos días la gente que no te abraza,
buenos días la no imagen ni semejanza, el templo y la estructura
enmohecidos por el sereno de otro que observa.

Un puñado de tierra de luz cósmica
a tanto desamor.

 

Tolstoi

Un millón de hojas
flotando
entre los vestidos de las nuevas diosas.
Naciones, les llaman ahora.
Tus mujeres y yo no somos tan distintas
a mi país.
Blanco es lo que ciega,
hormigas bajo las plantas de los pies
nos obligan a bailar.
Mirando desde el tren bautizado por Karenina
hoy te digo:
todos somos susceptibles
a tener un tercer amor.

 

Pater Descriptio (Taxonomía Póstuma de un Padre)

Mi papá era el ser más olvidadizo
y aún así era muy guapo.
Olvidó recogerme del kínder a las doce
y llegó por mí hasta las cuatro
con una paleta payaso
y su cara de conejo lunar.

Mi papá era el ser más displicente
con el Departamento de Policía y Tránsito.
Anduvo por la vida sin placas,
esgrimando con carisma a los polis
la virtuosa circunstancia de las navidades flacas.
Me enseñó que no había necesidad
de tramitar la credencial para votar.

Mi papá era el ser más ufano
por moder un trozo de pastel al millonario
cuando la luz se iba de sus industriales hogares.
Plantaba un beso de niño a las ancianas
que un día dejaron de ser madres
y vendían semillas en los bulevares
y llegaban a pedir un lapso de luz eléctrica
para alumbrar su anciana soledad.

Mi papá era el lector más izquierdista
de todos los capitalistas de la ciudad.
Leía La Jornada los domingos,
chamuqueaba las quincenas
y platicaba a Monsi a eso de las tres.
Llenó de literatura rusa el librero familiar.

Mi papá era el ser más impuntual.
Llegó tarde siempre los domingos
y me heredó su arte
de jamás disculparse y acaso excusar
que hay motivos más importantes
como uno mismo
para a las citas tarde llegar.

Mi papá era un papalote
que aterrizó cada semana en mi ciudad:
su mente estaba en otra tierra,
Zacatecas, sus mujeres, el ron o el cognac.
Los domingos fueron sacros
mis juguetes dominicales lo pueden atestiguar.

Mi papá era el hombre más guapo
que una niña pudiera por padre aceptar.
Jamás cantó conmigo
jamás me habló de la vida en sociedad.
Sólamente me dijo que hablaba mucho
y creyó entender
que yo era una mujer de otra Edad.

Mi papá habita una galaxia
que compró en abonos desde niño
y acabó de pagar con el amor de sus tres hijos.
Tiene una milpa azul de luz y paz
y se ríe de los marasmos de su menor hija,
la que sacó su don bohemio
de a la vida no tomar tan en serio
y de en privado, siempre en privado,
carcajearse el llanto y la risa llorar.

Para Miguel. Porque te amo.

 

 

Variantes para un poeta (3)

Que el aleteo sea como los mares
y nunca se proscriba
el derecho de soñar el silencio.

 

Una idea llamada amor se derriba,

Exijo entonces ver dónde está mi casa,
mi jardín,
las aves de paso y mi perro,
mis horas de desayuno,
mis portarretratos, testimonio del ligero paso
de los días comunes;
mis álbumes llenos de microhistorias,
mis discos para atraer el sueño,
mis especias para aderezar
las horas magras de la convivencia;
mis armarios,
mi cama,
tu abrazo, tu beso
y la línea del tiempo dibujada en la pared,
primera obra del arte de la vida de nuestros
(para siempre ausentes) hijos.

Marlén Curiel-Ferman. Saltillo Coahuila, 1982. Narradora, Poeta, Futura Lic. en Letras Españolas, Lic. en Dereho, Profesora de Francés, Promotora Cultural, Melómana y en algunas ocasiones Inadaptada Social.

Si quieren saber más de Marlén, síganla en estos blogs

http://reflexionesalvacio.blogspot.com/

http://velvetineskaleidoletters.blogspot.com/

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